A Antonio Gámez, que lo comprenderá como nadie.
Cuando te alejas de lo humano e introduces la vista por
entre lo más oscuro de las distancias, navegando más allá de las puras medidas
de la lógica, algo te dice que has equivocado el rumbo. No debiste nacer hombre
ni emprender el camino de lo tangible, ni rodearte de muertes ni de voces, ni
amontonar tu palabra sobre las palabras de otras vidas. No debiste acatar el
dictado del mamífero o ahondar en el silencio de las verborreas.
Ninguna verdad más hermosa que un púlsar, ninguna medida más
acogedora que lo astronómico.
La infinitud que devora al sufrimiento.
La noche que no es noche, donde el tiempo desaparece y la
memoria no existe.
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