sábado, 25 de septiembre de 2010

MI COMUNIÓN

Devoro el brazo incorrupto de Valle-Inclán igual que en la eucaristía el creyente devora a su dios.

viernes, 24 de septiembre de 2010

ENDIOSAMIENTO TERAPÉUTICO

Camino hacia la megalomanía por la senda más recta. Construyo mi locura. Es la herida deseada. Pero no quiero ser el loco que se siente perseguido, ni el humilde, ni el loco asesinado, sino el que se cree dios y se siente grande. Nada de ser un viejo desdentado con los cabellos grasientos. Si he de escapar, que sea hacia arriba. Atronador, luminoso, cercano al Panteón latino. Porque no tiene sentido la sumisión voluntaria a la locura si no es para perpetuar la catarsis.
Que el escalofrío se haga perenne, que el espectáculo de uno mismo se haga poesía y cuerpo. La autocompasión ha de ser aniquilada y todo lo que gira ha de hacerlo alrededor de los propios latidos. La sangre será bendita. Los otros, un infierno transformado en estufa para el invierno. Cada insulto, joyas para la corona.

Puedo hablar, porque ya he padecido espasmos hermanos, primos, hijos de la locura, y sólo me aportaban dolor y aspereza en las entrañas. Por eso, si han de volver, que lo hagan en forma de alivio, vestidos con los ropajes más lujosos que pueda imaginar un alma atormentada. Que regresen sólo para traer caricias huracanadas y voluptuosidades. Empecemos a construir desde el pedestal el sueño de la razón y erijamos un ídolo. Si mi mente necesita desvariar, no seré yo quien la reprima, pero que lo haga mirando al universo, con los ojos fijos en las estrellas, que los pozos nauseabundos no pueden contener el infinito. Sustituyamos a Verlaine por Augusto.

Conscientemente, esta locura cuerda dará un fruto más jugoso.