jueves, 19 de agosto de 2010

SIEMPRE UNA PALABRA MÁS

¿Y si armásemos de nuevo el rompecabezas que se desparramó al golpear la mesa con los puños, agitásemos la memoria y dejásemos aflorar la bilis otra vez? Porque esto es bilis, ya lo sabéis, y la bilis puede no ser tan amarga como nos contaron y, bien exprimida, dar lugar a sustancias milagrosas y rejuvenecedoras. La tristeza se parece demasiado a la alegría. El impulso eléctrico que la desencadena ataca a los mismos órganos y el manantial fluye con igual vigor con el dolor y con el placer. Al fin todo es una ensoñación.

Tal vez me he equivocado. Es muy posible que haya querido ver en el juego una especie de bálsamo y no la distracción purificadora que se inventó el cro-magnon para salir adelante. En esas seguimos desde entonces, así que si hay que desdecirse se desdice uno y se lanzan también palabras en torrente desde la alegría, desde el sosiego, desde los pasos calmados que ahora nos transportan.

Después de todo hemos nacido para picar en este suelo. Hagamos lo que hagamos, cualquier inflexión nos conduce de nuevo al epicentro del que un día surgimos. Somos dados a la repetición constante. Desde la alegría, todo nuestro empeño se volcará en reescribir biblias y Quijotes. Y nunca dejaremos de soñar con Abisinia ni con la huida fatal en el momento de la tristeza. Porque somos como somos. Y esta es la lucha.