lunes, 10 de junio de 2013

DEMIURGO EN ZAPATILLAS


Me engrandezco. Alimento mi megalomanía como un canto sublime a la libertad. No es una coraza, sino un baño espumoso y caliente en el que me adormezco abrigado. Me quiero tanto, es tan sincera la admiración y el respeto que siento por mí mismo, que difícilmente podrán hacerme hincar de hinojos los que reclaman un cambio en mis actitudes. No dudar, no entrar en una espiral de complejos y timideces, erigirse en César y dejar que nuble la vista el cálido y escalofriante aliento de la autoadoración; ese es el bálsamo. La eterna juventud, redescubierta sobre la más alta cima; los ojos en el horizonte, la mirada severa. Así jamás habrá cadenas consentidas. Sólo un filo, con un corte profundo, podrá arrodillarme. Mi imperio es todo aquello que envuelve el aire; cualquier lugar bajo los cielos está sometido a mi presencia. Sólo por existir he conquistado el derecho a bendecir la tierra… o condenarla.

Mi epidermis se subleva. Es como si un susurro de delicia fuera emitido por cada uno de mis poros en una danza de seda; un susurro que doblega al dolor; el éxtasis de la piel, la catarsis del nervio. Todo mi organismo tiende hacia arriba en un acto de afirmación desconocido. La levitación no es una quimera. Si un hombre puede descubrirse a sí mismo, asistir al espectáculo maravilloso de su perfección, todos los átomos que lo componen querrán huir del suelo, flotar en un mar de ternura, ascender empujados por su propia caricia. Y ese hombre, ahora, soy yo. No el primero. No el último. Sí el gran megalómano que se bebe el tiempo presente; este tiempo que ha sido impregnado con el perfume de mi existencia.

Pero no temáis. No os haré el cálculo de mis virtudes, que tal vez no consideréis tales. Yo sé el alcance de mi poder. Sólo a mí me está reservado el gozo de verme por dentro, el puro maravillarme ante la percepción de mi propio cuerpo deificado. Y no es necesario más. Sólo persigo el hormigueo que convierte al hombre cansado en hombre sin peso ni estatura; ligero hacia la absorción panteísta del universo completo, glotón y libre.

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