lunes, 1 de junio de 2009

DE VITA BEATA



Por lo que a mí respecta, si pudiera vivir como un anacoreta, huir de la noche y sus luces, sería medianamente feliz. No soy lo que creéis. Lo que fui, todo lo que bebí y lo que disfruté con la locura, no son patrones para juzgarme hoy.

Hoy necesito más la luz del día, la calma. Me aburro terriblemente en medio del descontrol y no encuentro nada amable en tropezar borracho.

Si pudiera escapar del siglo, encerrarme, columpiarme en una mecedora, rodeado de libros y comida casera, sería feliz a ratos, que no es poco. Y si tuviera además una voz cálida a mi lado, que me secase el pelo tras la ducha y acariciase mi espalda para dormir tranquilo, daría por cerrados todos los bares del universo.

Pero se me ha condenado.

Obligado a andar a trompicones, voy a la oscuridad como las polillas a la incandescencia. Me abraso por desesperación y juego a los abismos. Porque no sé templar mis nervios cuando estoy perdido, corro de esquina en esquina, de farola en farola, como un tigre endemoniado.

Sufro por ello, porque lo que yo quisiera es dormir a pierna suelta sin dolor de garganta, despertarme sin tortura y hacer del desayuno ceremonia.

Pero se me ha condenado.

He creado un icono de mí mismo y ahora se me obliga a perpetuarlo. Si vuelvo a recrearme en la inmundicia es porque nadie se cree lo que yo busco. Y no se me permite la cordura.

Por lo que a mí respecta, quisiera vivir tranquilo, apaciguado.

Aunque os empeñéis en no creerlo.

1 comentario:

davizcuervo dijo...

putilla...hay que volver al bar aunque no quieras