jueves, 1 de octubre de 2009

YO Y YO MISMO

Aquí, delante de mí, tengo mi propio cuerpo. Detrás, tengo un sueño. Saltaré de espaldas sin perder de vista el horizonte. Después, de un brinco hacia delante, recuperaré mi forma. Y la limpieza será total. Si el cálculo es preciso y las fuerzas no me fallan, creo que podré diseñar de nuevo el mundo. Después de una agonía, si se consigue sobrevivir a la muerte y se esquiva con buen pie la locura, es posible lograr el estallido más brillante, una apoteosis de las de verdad. Yo lo vislumbro.

Es imprescindible un plan; mejor si está ligeramente desenfocado, dejar de lado ciertas emociones y marcar una geometría perfecta sobre la que canalizar las brumas. Luego arremeter a tumba abierta, seguros del poder que hemos creado. Como en una guerra santa. La batalla ha de ser a muerte. Ya vendrán nuevas agonías, pero esta guerra hay que ganarla.

Vislumbro una cierta victoria. ¿Es posible? En mi corazón hay ruido de sables.

Y eso suele presagiar un nuevo gobierno.

Tal vez un reino nuevo.

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