jueves, 1 de octubre de 2009

SER INFINITAMENTE YO

Ser infinitamente yo. O dejar que se consuma todo. A partir de ahora, sin disimulo, aquí me tenéis. Más sincero imposible. He roto todos los candados y he descosido la boca a mis dragones. Me he convertido en un dragón. Por fin.

Ojeroso. Cansado. Ya... ¿qué más da? Aquí está mi lengua relamiéndose de gozo. Y aquí mi alma. Enfrente de vuestras calaveras. Todo ha sido soltado.

Al fin y al cabo, no iba a morirme sin darlo. Me dispongo a reinventarme.

Ser infinitamente yo. De una vez por todas y sin sonrojo. Para suavizar mi úlcera; para que no me queme el esófago.

Ahí va mi sangre, todo lo que me duele. Porque mi felicidad es mía y no quiero compartirla. Aceptad sólo la bilis.

Por mi parte, voy a aurificar la vida. Quiero mármoles, oro, esplendor y lujo. Quiero aprender de los grandes maestros avaros.

La gran obra de arte está llegando. En el próximo tren, a la hora más intempestiva. La modestia ha muerto, ya no soy humilde. Pienso curar mis angustias con un derroche de estallidos verbales, con el despliegue de todas las ambiciones más mezquinas. Voy a engrandecerme desde el limo.

Y no preguntéis, porque no tendréis respuestas. Si buscáis consuelo acogeos a otros gurús. Yo sólo pienso en mí y sólo para mí es el fruto de mi lucidez.

Ser infinitamente yo. Como si se abrieran las nubes y descubrieran de repente la luz imprevista. Un milagro fascinante, un disco de fuego cegando vuestros ojos al despertar. Así me he creado. Tan grato y hermoso a mi vista como siempre había soñado. Yo infinito.

No hay comentarios: